Ya cuando comienzan los días en que el invierno se deja sentir en el hemisferio sur y la lluvia y el frio serían el panorama habitual, es ahora la falta de aire "dignamente respirable", las filas interminables en paraderos sin techo, tempeaturas que congelarían al más osado que intente mantenerse sin actividad a la intemperie y a varios que sin poder elegir deben dormir cada noche sobre el cemento de alguna plaza, sin más calor que el que otorgan los recuerdos o la imaginación de una vida mejor que nunca fue.
Es en esta ciudad llamada Santiago, que en este año cuando recién es el quinto mes del año y acabamos de presenciar la tradicional cuenta pública al país del 21 de mayo de la Presidenta Michelle Bachelet, son los escolares los que marchan por las calles en reclamo por la insuficiencia de las medidas que se adoptaron para el sector y por la inconveniencia de la puesta en práctica de la ley de responsabilidad civil adolescente, que tuvo grandes reparos en la comisión de expertos a la que fue sometida en el Parlamento, pero que igualmente comenzará a regir este 8 de junio; también se ven protestas en barrios comerciales que ven con preocupación la considerable baja en sus ventas producto de la escasa locomoción que pasa por el lugar; sumemos a esto los reclamos por la falta de previsión en lo que a política ambiental corresponde, ya que a esta altura del año ya se cuentan 2 preemergencias ambientales, las que claramente no han sido efectivas para bajar las alarmantes cifras que sólo el día de ayer tenían atochados los recintos hospitalarios de la capital.
Problemas de las "grandes urbes", dicen, pero más parecen afecciones de un enfermo al que sólo se reacciona para curar los síntomas y no la raíz de enfermedad.
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