Desde el comienzo de los más básicos y rudimientarios conceptos de civilización, hemos basado nuestras creencias en algo que está por arriba de nosotros, algo que escapa a nuestra voluntad, muchas veces para justificar nuestros deseos incumplidos, acallar ese dolor de no tener lo que queremos o bien para dar ese pequeño impulso para alcanzar las metas propias.
La luna, como satelite natural de la Tierra ha cautivado desde siempre a quienes miramos al cielo. Tanto por su belleza, el misterio de la cara que siempre esconde al intruso ojo humano, y quizás por esto es que muchas veces se la compara a la posibilidad cierta de que no lleguemos a conocer un aspecto o cara de quien tenemos al lado, por más que creamos que es un libro abierto para nosotros.
Musa de poetas y artistas, la luna parece triste, siempre sola en el firmamento. Dicen que las estrellas son su Corte Real y que la acompañan en su camino celestial. Pero así como la gran dama con la que es comparada, esta gran luminosidad en el cielo permanece digna sin atreverse a mostrar los detalles que puedan comprometerla, nada que la haga bajar del sitial en el espacio.
Mucho más allá de la poesía, en lo concreto, esta noche hay eclipse de luna, uno de los que se verá más cercano y visible, y en el marco de esto es que creo que es importante que así como en las primeras tribus en las que se celebraba con grandes dramatizaciones cada evento de la naturaleza, los invito a una teatralización, o más bien al rito, a la puesta en escena de nuestros deseos en términos metafóricos o poéticos.
Me despido...tengo mi propio ritual de luna..de espiritu, de energía viva. Al contrario de la luna esta noche mostrar mis dos lados..sin culpas ni miedos, porque nada existe de perverso ni de malo en el propio ser.
Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.
